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En la primera entrega de Bienvenidos al suicidio de Occidente comencé a hablarte sobre la cruda realidad del aborto centrándome en dos ideas bien definidas: que el aborto es la muerte de un ser humano y que el aborto no es un derecho, sino un sufrimiento para la mujer. Pero el tema da mucho más de sí. En esta segunda -y de momento última- entrega voy a desglosar los diferentes supuestos sobre los cuales se considera lícito abortar y voy a hablar de los millones que mueve este negocio. ¿Sigues leyendo?

Voy a empezar repitiendo unas cuantas cifras sobre el aborto que pueden ayudarte a enmarcar el asunto en su contexto (son las mismas que puse en la primera entrega). Para empezar, el número de abortos provocados en España desde 1985 alcanza la cifra de casi un millón y medio. Actualmente se dan más de 110.000 abortos anuales, lo que coloca a nuestro país como el país de la UE en el que más ha crecido el aborto en los últimos diez años. Nacen en España además casi 90.000 niños menos que hace treinta años y no tenemos asegurado el recambio generacional (estamos en 1,38 hijos por pareja). Pero Europa no es ajena a esta situación, el aborto se ha convertido en la primera causa de mortalidad del continente. Bienvenido al suicidio de Occidente parte 2.

La causa de la vida humana es la causa de todos nosotros. No tengamos miedo de defenderla aún a costa del patrimonio, el honor o, incluso, la propia vida.

El aborto no es justificable en ningún supuesto

No son pocas las personas que se encuentran por norma general en contra del aborto pero que lo justifican, o ven bien, que se pueda abortar en unos determinados casos o supuestos. Aparte de que legalmente esto ha supuesto un verdadero coladero, voy a decirte por qué el aborto no se puede justificar en ningún caso.
 

¿Y si lo requiere la salud física o psíquica de la madre?

Se suele justificar un aborto si lo requiere la salud física o psíquica de la madre. Pero sigo rechazando esa idea. Para empezar, el aborto es mucho más peligroso para la madre que el parto. Según un estudio realizado en Finlandia (el más completo hasta la fecha) las mujeres que se han provocado un aborto tienen 2,95 más veces de probabilidades de morir que aquellas que dan a luz a sus hijos. Y otros estudios en EEUU siguen la misma línea.

Además, gracias al avance de la medicina, los casos en los que hay que elegir entre la vida de la madre o del feto son casi inexistentes. Hoy en día es injustificable permitir el aborto por motivos terapéuticos. Según la Asociación Médica Nicaragüense:

«No existe una situación, en la práctica médica actual, donde la vida humana, desde el momento de la concepción, deba ser intencionalmente destruida por medio del aborto con el propósito de salvar la vida de la madre […]. No existe indicación alguna para determinar que un aborto sea terapéutico. Terapéutico significa que cura o intenta curar, en tanto el aborto no cura ninguna patología, y siempre produce la muerte de uno de los integrantes del binomio madre-hijo, como es el niño concebido en el vientre materno»

(Declaración del 29/06/2000)

Resulta llamativo que ya en 1951 el Congreso de Cirujanos del American College dijera:

«Todo el que hace un aborto terapéutico o ignora los métodos modernos para tratar las complicaciones de un embarazo o no quiere tomarse el tiempo para usarlos. […] El aborto terapéutico, al implicar la directa destrucción de una vida humana, es contrario a todas las reglas y tradiciones de una buena práctica médica. Desde su mismo principio el enfoque del problema ha sido anticientífico»

Sobran los comentarios. Cambiando de campo, la psiquiatría muestra tres cosas:

  1. Es falso que si una mujer continúa con su embarazo se vuelve demente.
  2. El aborto ocasiona trastornos psíquicos permanentes -como mínimo- en el 10% de las mujeres que lo practican. Es el Síndrome Postaborto del que ya hablamos en la entrega anterior.
  3. La tasa de suicidios (el índice del estado de la salud mental más importante) es mayor en las mujeres que se han provocado un aborto. Según un estudio finlandés, hasta seis veces más.

¿Y por razones socieconómicas?

No deja de ser curioso que muchos de los países que están a la cabeza del número de abortos están económicamente más desarrollados. Ahí tenemos las cifras de EEUU y Japón, 1.300.000 y 800.000 abortos al año, respectivamente. Y dentro de estos países desarrollados, las regiones más ricas también cuentan con un porcentaje mayor de abortos (en la rica provincia italiana de la Emilia Romagna la tasa de abortos sobre embarazos totales es del 42%; en la pobre Calabria este porcentaje es del 12,2%). ¿De verdad hay razones socioeconómicas para abortar?

Si una familia –o una mujer sola-, tiene problemas económicos el problema no es el embarazo. Acabando con la vida del niño no se soluciona ninguna dificultad económica, y además se habrá añadido a las mismas el síndrome postaborto ya mencionado.

A nivel personal puedo decirte que el dinero no es una excusa. Hay muchas cosas materiales que no son realmente necesarias y que quizás hemos sustituido por tener un hijo (viajes, tecnología, un coche, una casa más grande…). Es verdad que resulta más cómodo sentir que se tiene la vida resuelta y llegar a fin de mes, pero llámame loco, porque no quiero tenerlo todo. Quiero esa chispa, ese no saber qué pasará mañana, ese pender continuamente de un hilo. Quiero una vida emocionante. De una manera terrible, quizás, pero emocionante. Y es cierto que estoy divagando y quizás sea algo kamikaze atrevido, pero no es menos cierto que amar y ser amados nos hace felices. Y tener un hijo nos da las dos cosas. El dinero no da ninguna. Y ya cierro esta apreciación puramente personal.

Para terminar con este epígrafe, hay asociaciones como Red Madre que han sido creadas específicamente para ayudar a las mujeres que quieren tener a sus hijos pero se encuentran en dificultades económicas. Puedes acudir a ellas si te encuentras en esa situación, recuerda que no estás sola. Hay muchas mujeres que han pasado por lo mismo que tú.

¿Tampoco si el feto tiene malformaciones genéticas?

Comenzaré con una pequeña historia real:

A mediados de los 80, en la Universidad Nacional de Buenos Aires y durante un curso para estudiantes de Derecho, el profesor realizó una apología del aborto. En esas, un alumno levanta la mano y pregunta:

– ¿Qué hacer cuando hay una mujer embarazada de más de 40 años y enferma de sífilis y, además, el marido es alcohólico empedernido?

El profesor responde sin titubeos: – Debe practicársele un aborto.

El alumno contesta: – Acaba usted de asesinar a Ludwing van Beethoven.

Bastante revelador, ¿no crees? Para la ciencia médica resulta imposible pronosticar las malformaciones genéticas de los fetos con una seguridad absoluta. Muchas mujeres han abortado niños perfectamente sanos por consejo de unos médicos que pensaban que éstos venían con malformaciones. En 1976, antes de la despenalización del aborto en Italia, hubo una nube tóxica en Seveso, de tal modo que los médicos pronosticaron que todos los niños en gestación de la zona nacerían con defectos incurables; el Estado autorizó a las mujeres a que abortaran. 1400 madres continuaron con sus embarazos y todos los niños nacieron sanos. Curioso cuanto menos.

Los hay que dicen que es mejor abortar a estos niños para así evitarles una vida de sufrimiento. ¿De veras conocen a alguna persona, pongamos por ejemplo, con síndrome de down? Personalmente, todas las personas que conozco en estas condiciones irradian felicidad y alegría, y esta misma alegría son capaces de contagiársela a los demás sin dificultad, siendo un verdadero vínculo de unión para sus familias. ¿Este niño no parece feliz? No apaguemos estas luces que iluminan el mundo por querer hacernos jueces de la posibilidad que tienen para ser felices. Nadie puede pretender custodiar la felicidad de los demás.

En realidad, de lo que se trata es de evitar las incomodidades de los padres, más que el sufrimiento de los hijos con tales problemas. ¿Pero se le puede negar a alguien el derecho a la vida por resultar incómodo? Si tu respuesta es afirmativa has abierto una puerta terrible a todos los genocidas de la historia. ¿Te suena lo de «sólo los guapos y sanos deben vivir»? Para acabar un apunte: no hay una sola asociación de padres de hijos con malformaciones que promueva el aborto.

¿Y en los casos de violación?

En primer lugar, por muy variadas razones biológicos y psicológicas, se dan muy pocos casos de embarazos tras una violación, menos de un 1%. Y es que sólo una minoría de las víctimas tienen un potencial de fertilidad. Además de la infertilidad natural, algunas víctimas están protegidas del embarazo por lo que se ha llamado stress de infertilidad; una forma de infertilidad temporal como reacción al stress extremo. Un estudio determinó que se registraron solamente el 0.6% de embarazos en 2190 víctimas de violación. En una serie de 3.500 violaciones en 10 años en el Hospital San Pablo de Minneapolis, no hubo un solo caso de embarazo. Por tanto, los casos de embarazos después de una violación son escasísimos. Y procurar una legislación en base a una excepción en vez de una regla es totalmente irracional desde el punto de vista jurídico.

Por otra parte, la vida es un valor superior. Al mal que se le ha realizado a la mujer con la violación no se le ha de añadir otro mal: el mal del aborto. Al trauma de la violación no ha de sumársele el Síndrome Postaborto. Un veneno no puede combatirse inoculando otro veneno. El nacimiento de esa criatura inocente ha de primar, ¿o es que esa criatura inocente carga con las culpas del padre? Después del parto la madre podrá, si así lo desea, entregar al bebé en adopción.

Al margen de esto, la experiencia unánime de todos los centros de acogida a la vida nos muestra que las mujeres violadas que continúan su embarazo y no dan en adopción a sus hijos, sino que los crían ellas mismas, obtienen la curación del trauma de la violación. Esto tiene una explicación. La crianza de un hijo concebido tras una violación implica un continuo y enorme acto de amor por parte de su madre, y ese amor es capaz de borrar completamente el trauma de la violación. El aborto posterior a la violación, por tanto, cierra la única vía para la curación del trauma producido por tal abuso. Pero como quizás esto te suene a chino o irreal, te dejo unos cuantos testimonios de mujeres violadas y su relación con el aborto.

Para terminar lanzo una pregunta al aire, ¿no es injusto que se condene a cárcel al violador y a la vez se condene a muerte a un inocente? Si quieres puedes ver un par de mapas muy reveladores sobre esta contradicción.

Otras formas de aborto

Hay otras formas de aborto que pasan desapercibidas para el público general como la fecundación artificial o los supuestos métodos anticonceptivos. Y es que muchos de los métodos anticonceptivos que se venden en las farmacias tienen efectos abortivos (es decir, que no impiden la concepción, sino el desarrollo del embrión):

Píldoras

  1. RU 486, el «pesticida humano». Es una combinación de drogas tóxicas, aptas para provocar un aborto después de la anidación del óvulo fecundado en el endometrio materno hasta 45 días después de la fecundación.
  2. Píldora del día después. Se toma hasta 72 horas después de tener relaciones y resulta triplemente abortiva. En primer lugar hace más lento el trayecto del óvulo fecundado, de tal forma que cuando llega al endometrio ya se ha producido la menstruación y no puede anidar. En segundo lugar modifica el endometrio, haciéndolo no apto para la implantación del óvulo fecundado; y en tercer lugar impide que el mismo óvulo fecundado se adhiera al útero materno por la inhibición de la hormona luteinizante. EDITO: Enlace «La Ciencia sí reconoce el efecto abortivo de la píldora del día después«
  3. Píldoras de uso sistémico. Contienen las mismas drogas que las píldoras del día después pero en dosis menores, y se toman durante 21 días seguidos con una semana de descanso para luego volver a comenzar el ciclo. Impiden la ovulación entre el 50% y el 90% de los ciclos; pero en los casos en que se produce actúa como un mecanismo abortivo.

Inyectables

En lugar de ser pastillas que se ingieren son drogas que se inyectan, actuando de la misma forma que las píldoras.

Dispositivos intrauterinos (DIU)

Se insertan en el útero de la mujer para mantener continuamente irritado e infectado el endometrio, de tal forma que sea hostil al anidamiento del óvulo fecundado e impida su desarrollo. Por tanto, es también abortivo. En un artículo publicado en la Revista Norteamericana de Ginecología y Obstetricia en marzo de 1997, Joseph Spinnato demuestra que el mecanismo de acción de los DIU es impedir la anidación del óvulo, sosteniendo también que no hay evidencia de efecto anticonceptivo en los mismos.

En cuanto a la fecundación artificial y rehuyendo toda polémica paso directamente a las estadísticas de la Human Fertilisation and Embriology Authority (HFEA), que presentó estadísticas sobre estas prácticas en el Reino Unido entre 1991 y 2006:

  • Embriones humanos concebidos: 2.302.627 (100%)
  • Niños nacidos por procreación artificial: 98.200 (4,26%)
  • Vidas humanas abortadas directamente: 1.009.916 (43,86%)
  • Seres humanos congelados o muertes indirectas: 1.194.511 (51,88%)

¿La interpretación? Simple. Para que nazca un niño por estas técnicas, es preciso acabar con las vidas de muchos seres humanos, ya sea por aborto provocado o por fallos en las técnicas utilizadas. Sólo un 4,26% de los embriones concebidos llegaron a ver la luz del sol. El fin no justifica los medios.

El aborto es un negocio millonario

Las estadísticas de las Naciones Unidas (Demographic Yearbook) sólo recogen los abortos legales, a los que habría que sumar los clandestinos y los abortos químicos. Sin embargo, dejando a un lado estos últimos casos, se registran anualmente unos 42.000.000 de abortos en todo el mundo. Esta cifra es casi equivalente a los 50 millones de muertos que hubo durante la Segunda Guerra Mundial en sus seis años de duración. Frente a esta realidad cualquiera puede llegar rápidamente a la conclusión de que hay intereses económicos muy presentes en toda esta tragedia. ¿Es así? La respuesta es tan afirmativa como dolorosa.

Para empezar, en EEUU la «industria del aborto» factura unos 600.000.000$ anuales, lo que lleva a estimar en unos 20.000.000.000$ el dinero que gira alrededor del aborto en todo el mundo. La Dra. Carol Evertt, que fue directora de cuatro clínicas abortistas y dueña de dos de ellas en Texas, afirma que el promedio de la facturación anual bruta era de 1.940.000$, ganando ella misma 25$ por cada intervención efectuada por otro profesional.

Por otro lado, hay una serie de asociaciones nacionales e internacionales cuya finalidad principal o secundaria es la promoción del aborto. Estoy hablando de International Planned Parenthood Federation (IPPF); Planned Parenthood (en EEUU); The Population Council: Fundación Rockefeller; Fundación Ford; etc. Las mismas en conjunto tienen un presupuesto que supera los 1.000.000.000 de dólares. Más en concreto, la IPPF fomenta y realiza tres cosas: anticoncepción, esterilización y aborto. Su fundadora, Margaret Sanger, dijo -y cito textualmente-: «A veces lo más misericordioso que una familia puede hacerle a uno de sus miembros es matarlo«. Plas, plas. Qué sabiduría. En fin, he aquí una entrevista muy reveladora a una antigua empleada del mayor lobby aborto de los EEUU.

Otra cuestión son las condiciones que pone el Estado en algunos países favoreciendo la práctica del aborto. En Canadá, por ejemplo, la seguridad social paga a los médicos 590$ por cada aborto que realizan, recibiendo como mácimo 563$ cuando atienden 10 visitas prenatales, más la asistencia al parto. O sea que los médicos que abortan reciben más dinero de mis impuestos y de los tuyos que aquellos que atienden a las mujeres en sus embarazos.

Concretemos en España. En enero de 2008, la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) calculó que el “negocio” del aborto mueve 40 millones de euros al año en España. La mayoría de las administraciones públicas subvencionan el negocio del aborto, enriqueciendo a unos pocos empresarios al mismo tiempo que niegan toda ayuda a la mujer embarazada, incluso a aquellas que atraviesan una situación de necesidad. Es decir, que estamos cavando nuestra propia tumba y no nos damos cuenta. ¿Cómo se entiende que se destinen fondos públicos a la eliminación de seres humanos y no se den ayudas a las mujeres embarazadas?

Para muestra un botón. En el primer trimestre de 2008, el Instituto del Capital Social (INCAS) publicó un estudio, titulado “El Impacto Económico del Aborto”, en el que calculaba que en el año 2006 los abortos costaron más de 51.325 millones de euros (más de 8.5 billones -con B- de pesetas) en pérdidas de capital humano sólo en España. Si a eso le añadimos que actualmente no tenemos asegurado el relevo generacional con la crisis que tenemos, el suicidio de Occidente parece inevitable.

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