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Se acabaron las vacaciones y con ellas la posibilidad de viciarme a los videojuegos como un condenado. Sin embargo, todavía quedan réditos de esa época dorada en la que el que suscribe hacía su agosto y se podía dedicar a lo que más le gusta: hacer el vago. El videojuego del que hablo no podía ser otro más que Assassins Creed Revelation, la última aventura de Ezio Auditore y el último juego de la saga actualmente disponible en el mercado. Porque a Assassins Creed 3 le queda poco, muy poquito para salir…

Hoy es 22 de septiembre. Mi ceremonia de iniciación como Asesino comenzó en febrero (aproximadamente) de la mano de Altair, en Assassins Creed. Un par de siglos -ficticios- después viajé a Florencia para ponerme al servicio de Ezio Auditore en Assassins Creed 2, al cual acompañé a Roma siguiendo con mi entrenamiento en Assassins Creed: La Hermandad. Todas mis peripecias de entonces están en las anteriores Memorias de Asesino, pero lo que hoy nos ocupa es mi último viaje con Ezio a Constantinopla, la Encrucijada del Mundo.

Así es, premio para ti, en Assassins Creed Revelations volvemos a cambiar de ciudad para viajar a Constantinopla, antigua Bizancio y ahora (año 1513) en manos de los turcos. De la historia poco te voy a decir para no spoilearte, te basta con saber que Ezio ya está un poco mayor pero sigue igual de letal y que el hilo argumental del juego reside en la búsqueda de las cinco llaves de Masyaf, las cuales abren la indescriptible y misteriosa biblioteca de Altair.

 

El sistema de combate se ha pulido un poco más dando un genial resultado.

En este sentido el argumento sigue siendo muy importante en el juego, que toma un interés especial para Desmond después de lo que pasó al final de La Hermandad. A este respecto, el título aprovecha la circunstancia de que Desmond está atrapado en el Animus para brindarnos detalles sobre su pasado, que conoceremos a través de unas ingeniosas plataformas en primera persona que habremos de superar.

Ahondando también en este aspecto narrativo conoceremos de primera mano gran parte de la vida de Altair desde que lo abandonamos al final de Assassins Creed. ¿Cómo y por qué? El juego lo explica perfectamente y no me voy a meter en eso, pero en mi opinión es un añadido estupendo que magnifica el contexto de la historia a unos niveles altísimos. Entre el pasado de Desmond, los últimos días de Altair y la madurez de Ezio, la historia se convierte en el punto fuerte de Assassins Creed Revelations y en su principal reclamo.

Pero no te confundas, el principal aquí es Ezio. En lo referente a la jugabilidad encontramos también novedades importantes. En primer lugar está la aparición de las bombas, las cuales habremos de elaborar recopilando por toda la ciudad una variada selección de ingredientes. Hay un montón de tipos de bombas que podemos utilizar en función de la situación, lo cual aporta un componente más a un amplio abanico de formas de matar ya de por sí amplio.

Hay también nuevas armas, entre las cuales quiero destacar el dardo venenoso. Silencioso y efectivo. Y nuevas formas de desplazarse, como son las divertidas tirolinas. A la hora de pelear, se ha mejorado el sistema de combate, de tal forma que los asesinatos en cadena resultan mucho más intuitivos y espectaculares. Bien por Ubisoft en este aspecto.

 

Ay, las misiones con Altair. Qué gran acierto.

Otro componente importante son las guaridas de Asesino, que han sido mejoradas y que ahora deberemos defender de los Templarios en tiempo real. Esto quiere decir que cuando nuestra notoriedad se encuentre en rojo recibiremos una visita «amistosa» a una de nuestras guaridas, a la cual deberemos ir corriendo si no la queremos perder. Una vez allí deberemos detener a las tropas templarias mediante una suerte de minijuego en el que colocaremos trincheras y apostaremos en los tejados a nuestros Asesinos -arqueros, ballesteros, arcabuceros…- con el objeto de detener el ataque. Unas batallas especiales en las que el componente estratégico resulta vital.

En cuanto a las misiones, sí que es verdad que hay menos que en La Hermandad -quizás porque Ubisoft se ha centrado más en el multijugador-. Las misiones secundarias se me han hecho más repetitivas, y es que es cierto que el juego no ofrece muchos cambios con respecto al título anterior. Aun así, sí que se aprecia un mayor componente de espectacularidad durante las misiones principales. Un componente más épico, diría yo. Esto se nota especialmente en nuestra huida de Constantinopla, en la cual no son pocas ni las explosiones que nos desorientan por el humo ni los barcos que arden a nuestro alrededor ni los enemigos que nos rodean. Y todo ello hemos de superarlo en un tiempo escaso. No son pocas las misiones así: francamente deliciosas.

Y esto es solo una captura…

Es cierto que hay menos misiones, pero también es verdad que son más cinematográficas, algo que le sienta realmente bien al juego. Sobre todo porque en el aspecto gráfico Ubisoft sigue haciendo maravillas una vez más. Eso sí, en comparación con La Hermandad, la dificultad me ha resultado bastante menor. No sé si será por la experiencia o porque el juego es realmente más sencillo, pero así lo he vivido. Por eso mi favorito en cuanto a novedades y jugabilidad sigue siendo La Hermandad. Pero en cuanto a la historia me quedo sin duda con el Revelations.

Ese es el punto de mi crítica, Assassins Creed Revelations no ofrece grandes cambios con respecto a su predecesor, pero desde luego merece la pena para todos los amantes de la saga y de la acción y las aventuras. Una vez más.

Assassins Creed 3 is coming. Winter is coming.

 

¡Hasta la próxima memoria! La última memoria de Asesino.

 

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