En la película La buena mentira (Philippe Falardeau, 2014), Jeremiah (Ger Duany) y Mamere (Arnold Oceng), dos de los refugiados sudaneses emigrantes a Estados Unidos que protagonizan la cinta, empiezan a ganarse la vida trabajando de reponedores en un supermercado. En su primer día de trabajo, en una escena sintomática de nuestras sociedades del primer mundo, su jefe les explica que la comida sobrante la tienen que tirar al contenedor porque “no vende la comida dentro para tirarla fuera”.
Ambos son conscientes de la necesidad que pasan sus hermanos en Sudán pero no encuentran más alternativa que cumplir las órdenes de su jefe. Un día, sin embargo, Jeremiah se encuentra con una mendiga rebuscando en los contenedores del supermercado, situación ante la cual reacciona dándole parte de la comida sobrante que iba a tener que tirar ese día. En ese momento, aparece su jefe y se inicia uno de los diálogos clave de la película:
— ¿Qué cojones estás haciendo?
— Es pecado no dar a los necesitados.
— ¿Quién lo ha dicho?
— Jeremiah.
— ¿Y quién es ese?
— Yo — se acerca al jefe y le da su delantal, uniforme del supermercado. A continuación, se aleja unos metros y se para un segundo antes de girarse una última vez —, me llamo Jeremiah.La buena mentira (2014)
El problema del desperdicio de comida
Un tercio de la comida que se produce acaba perdida o desperdiciada, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Sea este dato más o menos exacto, no deja de ser una realidad fácilmente comprobable que se tiran muchos alimentos, ya sea por el vencimiento de su fecha de caducidad, por la pérdida de las condiciones idóneas para su venta o por otros motivos. Pero no sólo se desperdicia la comida, sino todos los recursos y procesos invertidos para producirla.
Por suerte, ha aparecido una iniciativa que pretende luchar contra esto y que ahora cuenta con forma de app (iOs/Android): Too good to go.
¿Cómo funciona Too good to go?
Como puedes ver en el vídeo, el funcionamiento es muy sencillo. A través de la app, puedes salvar comida de cualquiera de los establecimientos adscritos a la plataforma a través de lo que en Too good to go se conoce como ‘Pack sorpresa’. Como el desperdicio de alimentos diario no se puede predecir con exactitud, el volumen y el contenido de este pack dependerá de los alimentos que no se hayan vendido al acabar el turno de comida.
Podrías pensar que, siendo así, un establecimiento podría aprovecharse y vender un pack sorpresa bastante pobre con relación a su precio, pero esta no ha sido nuestra experiencia. En todos los sitios que hemos probado (una panadería, una pastelería, un establecimiento especializado en croquetas y otro en tortillas), tanto la cantidad como la calidad nos ha parecido que excedía con creces el precio que habíamos pagado por él (que suele rondar los 4-5€). Un menú de dos platos por 4€, por ejemplo, no está nada mal.

“Esto tiene que tener alguna trampa”, puedes pensar… Si es así, nosotros no se la hemos encontrado. La única dificultad está en llegar a tiempo al establecimiento. Cada vez que cerramos un pedido se nos indica la hora a la cual podemos pasarnos a recoger el pack. Normalmente, esta ventana de tiempo dura en torno a 45 minutos (justo antes de la hora de cierre o del cambio de turno), y si no somos capaces de llegar a tiempo podemos encontrarnos con el comercio cerrado (nos pasó una vez). Esto Too good to go trata de paliarlo dejándonos un margen de anulación del pedido de un máximo de 3 horas antes de comenzar el horario de recogida. Y si no, siempre puedes pedirle a algún amigo o familiar que lo recoja por ti.
Nuestra opinión
Too good to go no es demasiado buena como para ir sino que más bien es demasiado buena como para no empezar a utilizarla. Una app que pone la tecnología al servicio del hombre y de la naturaleza tratando de paliar el gran problema del desperdicio de alimentos merece más uso y difusión. Si además nuestro bolsillo sale ganando, ¿qué más se puede pedir?
— Me llamo Jeremiah.
La buena mentira (2014)
Creo que a él le habría gustado esta app.


En el pasado, nuestros abuelos eran muy cuidadosos de no tirar nada de los restos de comida. El consumismo nos ha habituado tanto a lo superfluo y al desperdicio de la comida diaria, que a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va mucho más allá de los simples parámetros económicos. ¡Recordemos bien, sin embargo, que la comida que se tira es como si fuera robada de la mesa de los pobres y de los hambrientos! Invito a todos a reflexionar sobre el problema del desperdicio y del derroche de los alimentos y buscar los medios que, abordando seriamente esta problemática, sean un vehículo de solidaridad y de compartir con los más necesitados.
Catequesis del papa Francisco sobre el ser humano y el medio ambiente (Roma, 2013)