La llegada de Filomena a España tuvo, desde un punto de vista meteorológico, la faceta que todos recuerdan: nieve y lluvias por doquier en la península. Pero tuvo otra cara de la que ya no se habla: de un día para otro se decía que la electricidad alcanzaba unos precios históricos. Este hecho fue un arma arrojadiza en la sociedad, más concretamente en política: había que ponerse galones, señalar a otros como culpables o incluso solamente hacerse un hueco en los medios.

La Filomena y el Filón – Diario de Sevilla
Pero claro, en un sector tan importante como el energético, las voces que importan no sólo son las que repetían en bucle en los medios: los afectados tienen su voz y opinión en todo esto. Principalmente, los consumidores y los productores-distribuidores.
En cuanto consumidor, el escuchar que la luz sube nunca es una noticia que se acoja de forma agradable. ¿Cómo se manifiesta esto en mi factura? Bueno, lo primero es ser capaz de interpretar la factura de la luz, cosa que a mucha gente le cuesta aún. La sorpresa viene cuando en los medios se informa que el coste de energía supera fácilmente los 20c€/kWh, pero en un contrato estándar con Iberdrola, por ejemplo, esta cuesta sin IVA unos 11c€/kWh. Ah, ¿pero no me iban a sacar el hígado y los riñones? Esto ya lo suelen hacer, y mucho más. Deberías coger tu factura de diciembre, la de enero y comparar el coste de energía. Entonces la cosa cambia: no verás que se alcance ese coste tan elevado (a no ser que lo tengas así contratado, en cuyo caso te recomiendo buscar otras opciones). Si has pagado de más será porque hayas consumido más a causa del frío, estar más tiempo en casa…
¿Y quién se come esa diferencia en el precio de la luz? Si no somos los consumidores, deberán ser las comercializadoras de electricidad y las distribuidoras. En cuanto al tipo de contrato que tengamos:
- Si perteneces al no tan selecto club del mercado libre energético no te encontrarás con sorpresas: pagas lo que consumes al precio acordado. Ese sobrecoste corre a cargo de los de arriba, pero ya buscarán alguna manera de hacer que lo pagues tú. De normal, dado el precio al que compran la energía y al que te la venden, seguro que les da igual pagar una semana a cambio de todo un año de beneficios.
- Si perteneces al mercado regulado, ese precio acordado fluctuará cada hora: entonces este sobrecoste te los comes tú. Pero dados los precios usuales de energía te pasará como a las compañías eléctricas: por una semana no va a pasar nada. De hecho algunas grandes compañías han hecho campaña durante este tiempo (llamadas telefónicas, anuncios por TV…) para decir “oye, que estás pagando de más, ven a nuestra compañía libre X y pagarás menos“.
Pero más allá de cómo gestionar el coste energético de una vivienda (algo a lo que se puede dedicar otra entrada perfectamente), centrémonos en cómo se ha llegado a esta situación. ¿Cómo se puede llegar a un coste tan elevado de la electricidad? Para ello hay que partir de que tenemos varios entes en el sistema eléctrico: productores, distribuidores, comercializadores, consumidores y un árbitro. Bienvenidos a la subasta eléctrica diaria. Para explicarlo de forma breve y diáfana, ésta funcionaría de la siguiente manera:
- Los productores, ya sea en forma de electricidad proveniente de centrales nucleares, renovables, hidráulica, combustibles fósiles… indican al sistema cuánta energía pueden producir para el día siguiente. Cada tecnología tiene un coste asociado, donde las energías más costosas son las de origen fósil.
- El comercializador indica cuánta energía requerirá, en base a los clientes que tenga, estadísticas… un big data a lo bestia.
- El árbitro comienza a adjudicar qué productor produce y cuánto a cada hora, empezando con las de bajo coste hasta las de alto coste, hasta completar la demanda estimada. Así puede darse que sólo se consuma energía generada de forma verde, o haya que quemar gas. El coste de la energía viene dado por la última tecnología que entra en la subasta, por lo que emplear tecnología de combustión encarece bastante la electricidad.
Pero, ¿qué pasó entonces en aquellos días? Viendo los datos de Red Eléctrica Española, la energía eólica e hidráulica dieron el do de pecho. La energía nuclear, una energía de base (le pese a quien le pese) que estuvo rindiendo al límite (7000MW de los casi 7400MW instalados en España). Pero claro, para satisfacer toda la demanda aún deben de entrar en juego las energías no renovables: carbón, ciclos combinados, cogeneración… Así que hay que echar mano de “lo que se pueda quemar”.

Lo más usual es emplear gas natural cuando se trata de generación eléctrica. Pero claro, esos días el gas natural estaba altamente demandado a causa del frío imperante. ¿A dónde mandamos el gas, a la calefacción de casa o a la electricidad? Sea lo que sea, hay que comprar más gas para satisfacer todas las demandas. Para ello hay una serie de países que nos surten cuando lo necesitamos. Así que cuando vamos a comprar gas, resulta que está más caro de lo normal. ¿Por qué? Porque en el sudeste asiático también estaba haciendo frío, ofrecen mucho dinero por él, y gran parte del gas que está “apalabrado” para Europa resulta que se desvía. Eso quiere decir que lo poco que llega a Europa se rifa a precio de oro, y esto repercute directamente en el coste de producción de electricidad. Básicamente, ha sido un turno de Catán en el que un jugador tiene mucha piedra y no tenemos suficientes recursos para que comercie con nosotros. Mala suerte y a esperar al siguiente turno. De hecho, un mes después el coste de la electricidad bajó hasta precios ínfimos. Las gallinas que entran por las que salen.

Tanto si estás en el mercado libre o regulado, este episodio vivido debe servirnos para preocuparnos sobre qué y cuánto estamos pagando en nuestras facturas, y si somos capaces de reducir su coste. Porque aun jugando a su juego, podemos plantear estrategias para no salir tan malparados. Pero eso es otro secreto que escuchar en otro momento.