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La primera vez que oí hablar del libro Paternidad robada (María Calvo, 1967) fue a mediados del mes de marzo pasado, a raíz del estreno de un corto titulado Padre (Lucía Garijo, 1994), que me encantó y estaba basado precisamente en dicho libro (si encuentras 25min puedes ver el corto aquí abajo 👇. Una parada técnica en una estación de servicio puede ser suficiente).

Solo hay un aventurero en el mundo moderno, como puede verse con diáfana claridad: el padre de familia. Los aventureros más desesperados son nada en comparación con él. Todo el mundo moderno está organizado contra ese loco, ese imprudente, ese visionario osado, ese varón audaz que hasta se atreve en su increíble osadía a tener mujer y familia… Todo está en contra suya. Salvajemente organizado en contra suya…

Charles Péguy, Temporal and Eternal

No sé muy bien por qué (en mi estado vital nada lo hacía presagiar), al poco tiempo de ver el corto me regalaron por mi cumpleaños el libro de Paternidad robada. Y aunque cada vez me es más difícil escribir por aquí, en cierto modo sentía una deuda contigo, querido lector; la deuda de compartir lo bueno, aunque sea a cuentagotas. No por casualidad he llenado mis notas en Obsidian con fragmentos de este ensayo sobre la paternidad.

Como esto pretende ser una breve reseña que avive el gusto, excite el deseo e interpele la voluntad de leer este ensayo, tan sólo compartiré un par de fragmentos y los títulos de los capítulos que más me han gustado, empezando por la introducción, que es ya una declaración de intenciones:

El hombre actual, para ser parentalmente competente, deberá realizar un ejercicio malabar de equilibrio entre la fortaleza y la delicadeza (…) En concreto, su figura actual evoca a Héctor, héroe troyano de la Ilíada. Héctor es fuerte y valiente, decidido a enfrentarse a peligros y dar su vida por sus seres amados; por ello lleva su armadura y su yelmo, que le cubre la cabeza en las batallas que habrá de afrontar en la defensa de Troya. Pero antes de salir a luchar frente a Aquiles se despoja de su yelmo para no provocar miedo en su pequeño hijo, Astianacte, y poder tomarle en sus brazos para despedirle con ternura antes de dar la vida por su pueblo. El gesto de Héctor, despojarse de su armadura (fortaleza, seguridad, agresividad, autoridad) para mostrar su lado más humano (amable, afectuoso, tierno, intimista) constituye la gran novedad del padre actual; y supone un delicado y complejo equilibrio que los hombres deberán aprender mediante el propio ejercicio de su paternidad.

Paternidad robada, María Calvo (p.16-17)
De Jastrow – imagen propia, de la exhibición de la Ilíada en el Coliseo, Septiembre 2006– Febrero 2007, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1283762

Sí, José Luis, los mitos clásicos están muy bien pero vivimos en el siglo XXI, ¿no podría una madre hacer igualmente bien ese gesto de Héctor? ¿Hay diferencias entre la maternidad y la paternidad, que es en el fondo lo mismo que preguntarse si hay diferencias entre el hombre y la mujer? Habiendo hoy en día madres solas por elección, ¿no está la figura paterna ya superada? Porque en el fondo, ¿qué es un padre? ¿No es eso una tarea imposible, como decía Freud? ¿No hay muchísima gente, adulta ya, que ha crecido perfectamente sin padre?

Los escáneres cerebrales revelan que cuando una mujer se comunica cara a cara activa de promedio entre 14 y 16 puntos distintos en ambos hemisferios cerebrales. Dichos puntos se utilizan para descodificar palabras, cambios de tono de voz y señales emitidas por el cuerpo. El hombre, sin embargo, presenta tan solo entre cuatro y siete de estos puntos. Por tanto, la mujer posee una capacidad innata para leer los gestos y ademanes de las personas que les rodean.

Paternidad robada, María Calvo (p.207)

A todas estas preguntas y muchas más, María Calvo va dando respuesta en este ensayo de 274 páginas, aportando desde el principio una serie de estadísticas muy reveladoras de la sociedad actual (por ejemplo, desde 2017, seis de cada diez titulados en España son mujeres) y sacando conclusiones utilizando como base una bibliografía numerosa y rica en estudios científicos. Se detiene todo un capítulo en definir lo que no es un padre (no es un procreador, no es un mero abastecedor, no es un amigo o colega de los hijos, no es una mamá bis…), describiendo a continuación las características de hoy y de siempre de la función paterna (es libertad, es un límite a la omnipotencia del hijo, es instancia de frustración, “civiliza” a los varones, es el primer modelo de masculinidad…). En otro capítulo argumenta la importancia de la mujer en el ejercicio de la paternidad e ilumina al final del libro el poder liberador del perdón, entre otros muchos temas. La única pega que le pongo es que repite algunas ideas en varios puntos diferentes a lo largo de todo el libro.

Un hijo no viene a llenar nuestros vacíos existenciales, a compartir nuestros intereses, a cumplir nuestros sueños frustrados, a ser corcho de los agujeros ya no se subconsciente, a dar seguimiento a una tradición familiar, a servirnos de acompañamiento y consuelo en nuestra soledad o a satisfacer nuestro propio narcisismo. Un hijo viene al mundo a ser independiente y cumplir su propia tarea vital. Los hijos vienen a cumplir un propósito único e intransferible, a desarrollar una vida propia, a convertir en actos las potencialidades que se encierran en su ser.

Paternidad robada, María Calvo (p.244)

En definitiva, Paternidad robada me ha parecido un ensayo esclarecedor que recomiendo a cualquiera interesado por su familia y, en general, por lo que sucede a su alrededor. No encontrarás solo opinión sociológica sino argumentos científicos que ayudan a entender por qué somos como somos y qué importancia tiene la paternidad. Ah, y unas directrices para el futuro: se precisa un cambio de mentalidad. Un último apunte: de algún modo misterioso me ha hecho entenderme a mí mismo en cuanto a hombre y, quién lo iba a imaginar, también a mi padre.

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